THE TRAGEDY OF OTHELLO, THE MOOR OF VENICE.
Escrita entre 1603 y 1604, Otelo es la segunda gran tragedia de William Shakespeare (antes ya había creado Hamlet). Al igual que Romeo y Julieta han
llegado a ser sinónimo universal del Amor, Otelo se ha convertido en el
símbolo de otro sentimiento que afecta a todos los seres humanos,
independientemente de su raza, sexo u origen: los Celos (y, por
extensión, de un problema tan grave, lamentable y actual como la
violencia contra la mujeres a manos de sus parejas). Además, también se
asocia a Otelo con otra lacra que, lamentablemente, parece que ha de acompañar a la Humanidad eternamente: el racismo.
Pero, celos y racismo aparte, Otelo es también una obra maestra sobre la Amistad o, mejor dicho, la mala amistad: la que Yago afirma sentir hacia Otelo.
Shakespeare toma la argumento de un relato del italiano Cintio -que también le inspiraría Medida por medida-,
pero introduce un par de cambios importantes que luego veremos. La obra
trata de la conspiración que magistralmente urde el militar Yago para
vengarse de su general (Otelo), con quien se encuentra resentido porque
ha ascendido a otro militar (Casio) y no él. El plan incluye primero
arruinar la carrera de Casio -e intentar matarle después- y, sobre
todo, martirizar a Otelo haciéndole creer que su esposa -Desdémona- le
engaña con el propio Casio.
Si no quieres saber cómo termina la obra, para de leer aquí.
En Venecia, Desdémosa y Otelo se han casado secretamente en contra de
la voluntad del padre de ésta. No obstante, las autoridades locales se
ponen del lado del pareja, puesto que Otelo es el militar más destacado
de la ciudad y se precisa de sus servicios para defender Chipre de una
inminente invasión Otomana. No obstante, este asunto se resuelve
pronto: la flota enemiga se hunde en una tormenta, y el escenario
argumental queda libre para que en Chipre se desarrolle la trama
trágica y exclusiva de la obra: el plan de Yago para destruir a Otelo.
Como ya quedó dicho, el resentimiento de Yago viene dado por el hecho
de que Otelo ha preferido ascender a Casio antes que a él (por otro
lado, en la obra original de Cintio, lo que le pasa a Yago es que él
también está enamorado de Desdémona). La primera parte del plan de Yago
incluye emborrachar a Casio y hacerle que se meta en un lío y así
hacerle perder el favor de Otelo, lo que consigue. La segunda, la más
perversa, pérfida y sutil -y ejecutada con una maestría en la
manipulación y la maldad que quizás no tengan igual en toda la
Literatura Universal- consiste en hacerle creer a Otelo que Casio y
Desdémona tienen una aventura amorosa. Para ello, se vale de vagas
insinuaciones, de iniciar frases que no completa, sabiendo que Otelo lo
hará en su interior. A este respecto, es magistral la escena III del
acto III, en la que Yago, aparentemente sin intención de herir a su
jefe y diciéndole que no crea lo que no se puede demostrar- le termina
de hacer caer en la trampa. Además, también se vale de un pañuelo que
Otelo le regaló a Desdémona y que Yago hace a su mujer Emilia robar.
Cegado por los celos, Otelo asesina a su esposa asfixiándola con una
almohada (en la obra original de Cintio, el crimen lo comete Yago).
Otelo mata con una sangre fría que produce verdadero espanto -de hecho,
le pregunta, en un momento que hiela laa venas del espectador, si "ha
rezado, pues no quiere también matar su alma"- . El engaño se descubre
entonces, pero ya es demasiado tarde. Otelo se suicida también,
mientras que Yago es hecho preso y se lo llevan para que se decida su
castigo.
Como sucede, por ejemplo, en
Julio Cesar
con Bruto, uno podría argumentar que el título de la obra podría ser
"Yago", pues es el papel que más texto tiene (más de mil líneas, el
tercero más largo de Shakespeare, tras Hamlet y Ricardo III), mientras
que Otelo no llega a las 900. En efecto, Yago es el que maneja el
tiempo y los hilos del argumento y resulta, muy posiblemente, el
personaje más profundamente repugnante de toda la producción de
Shakespeare. Al contrario que Ricardo III -que resulta hasta simpático
a ratos- Yago no produce sino desprecio entre el público: en primer
lugar, porque sus motivos no parecen lo suficientemente graves como
para desear tan severa venganza y, segundo, al contemplar la absoluta
sangre fría con la que es capaz de ejecutar su plan, siempre fingiendo
ser un gran amigo de Otelo (éste se refiere a él con frecuencia como el
"honrado Yago"). En cualquier caso, Yago es, sin lugar a dudas, una de
las grandes cumbres de la creacíón dramática de Shakespeare y un
personaje al que cualquier actor que se precie ha de enfrentarse tarde
o temprano.
En lo referente al "tema estrella" de
Otelo
(los Celos o, por usar el término de la obra "el monstruo de los ojos
verdes"), se realiza una perfecta disección de cómo a menudo se
originan sin motivo (las insinuaciones veladas de una persona, pruebas
circunstanciales como la simple pérdida de un pañuelo) y como, poco a
poco, se van haciendo fuertes en la mente y el corazón de una persona,
hasta hacerle perder el control de los propios sentimientos y actos,
llegando al punto de convertirlo en un monstruo capaz de matar a la
persona a la que más se ama en este mundo. Así, Otelo te puede ayudar a
responder a esa pregunta tan horrible que con triste frecuencia nos
planteamos: "¿qué diablos les pasa por la cabeza a todos esos hombres
que asesinan a sus parejas?" Obviamente, lo que jamás va a lograr es
justificar el crimen. En efecto, el asco que sientes por Otelo y la
rabia que te produce el asesinato de Desdémona son los mismos que los
que experimentas al enterarte de que otra mujer ha muerto a manos de su
pareja.
El tratamiento de la mujer en la obra también merece una mención
especial: Desdémona es sumisa con su marido, aunque se enfrentó a su
padre para casarse con él. y soporta estoica tanto la violencia física
de una bofetada (si se hubiera marchado tras ésta, habría salvado su
vida) como verbal (Otelo recurre a un buen abanico de sinónimos del
vocablo "prostituta" para referirse a ella en su presencia). Emlia, por
contra, tiene otro punto de vista: critica estos comportamientos y, en
general, la doble moral que hay entre las infidelidades masculina y
femenina, y el machismo de muchos hombres con las mujeres ("nos comen
con ansia y, cuando están llenos, nos eructan", dice).
En suma, en Otelo encontrarás una de las grandes tragedias de
Shakespeare. No es agradable de ver (varias veces te entrarán ganas de
subirte al escenario para escupirle a Yago) pero te puede enseñar una
cosa o dos sobre lo absurdos que son los celos y lo importante, básico,
vital que es respetar a tu pareja -no hay Amor sin respeto mutuo- y
saber encontrar los amigos correctos, huyendo de los "honrados Yagos"
que hay en esta vida.