MUCH ADO ABOUT NOTHING
En 1598. y tras una década experimentando con el género, William Shakespeare inicia con
Mucho ruido y pocas nueces su periodo de madurez como escritos de comedias, que continuará con
Como gustéis y
Noche de Reyes. Y después, como si intuyera que ya no iba a poder mejorar lo logrado, se retiró de ese campo.
Pese a que, como cualquier comedia, la obra resulta bastante previsible
en su argumento, Shakespeare se las arregla para, según su costumbre,
ser original. En efecto, la pareja protagonista pasa de inmediato a
segundo plano y la teórica sub-trama de la historia de
amor entre Benedick y Beatrice se apodera de la pieza y resulta ser la
parte más memorable de la misma. Así, pocos discutirán que
Benedick and Beatrice
sería un título más adecuado. De hecho, cuando Hector Berlioz escribe
una ópera basada en la obra, la bautiza así. Benedick y Beatrice son,
por lógica, los dos papeles más codiciados del reparto, pues ofrecen a
cualquier actor la posibilidad de demostrar sus dotes para la comedia,
especialmente Beatrice, una mujer fuerte, rebelde e inteligente (en la
más pura tradición de la Catalina de
La fierecilla domada, pero Beatrice no la doman), pero también dulce y vulnerable en los ratitos que así lo demandan.
Como quedo dichó, la historia se centra en las tribulaciones de dos parejas:
Claudio y Hero, y Beatrice y Benedick. Tiene lugar en Messina
(Shakespeare era muy dado a ambientar sus comedias en Italia. Cuando tu
público busca evadirse de la lluvia de Londres, ¿qué mejor sitio que el
soleado Mediterráneo?) y comienza con la llegada, después de estar
guerreando, de Don Pedron de Aragón (esto también le sonaba de los más
exótico a un inglés del 1600) y sus hombres a la finca del acaudalado
Leonato. Allí, las parejas se enamoran, y todo sería perfecto si no
fuera porque el hermano de Don Pedro -Don John- está resentido y
pretende arruinar la felicidad general.
La trama de Claudio y Hero la saca Will del
Orlando Furioso de Ariosto y
El cuento de Sin Timbreo y Fenicia
de Matteo Bandello, mientras que la historia de Benedick y Beatrice es
original de Shakespeare, aunque había ya precedentes de parejas mal
avenidas que terminan juntas.
Si no quieres saber cómo termina la obra, para de leer aquí.
El amor entre Claudio y Hero está claro desde un principio. El chico se
declara -a través de Don Pedro- y deciden casarse. El problema viene
cuando Don John se propone aguar la fiesta. Hace creer a Claudio que
Hero le ha puesto los cuernos y éste la repudia ante el altar. Por
fortuna, el alguacil Dogberry -el principal personaje humorístico de la
pieza, hecho a medida para Will Kempe- deshace el
entuerto y, finalmente, la pareja se casa. (aunque antes le hacen creer
a Claudio que Hero se ha muerto del disgusto y, de hecho, hasta se pasa una noche velándola. ¡Qué sádicos!)
Por lo que respecta a Beatrice y Benedick, ambos reniegan del sexo
opuesto y del amor, y a la mínima se enzarzan en memorables
combates de ingenio, pero no engañan a sus amigos: aquí hay tomate (es
el mismo fenómeno que tan sabiamente recoge la sabiduría infantil en su
"los que se pelean se desean"). Don Pedro orquesta un plan para
unirlos: les hacen creer
por separado que el otro ha confesado su amor y así, por fin, ambos
acaban unidos, aunque, oficialmente, lo hacen porque siente lástima por
el otro (orgullosos hasta el final). En cualquier caso, uno se queda
con la duda de cómo le va a ir a esa pareja, y parece claro que van a
estar discutiendo cada dos por tres.
Mención aparte merece el personaje de Don Pedro. Sabemos que está
soltero (ahora veremos por qué se sabe) pero es el único que acaba
solo. De hecho, dedica mucho más esfuerzo a casar a los demás que a
buscarse pareja para sí. Uno podría pensar que es un buenazo, un
ideal de altruismo, pero resulta que tiene este inquietante diálogo con
Beatrice, cuando esta le confiesa que cree que morirá soltera:
-Don Pedro: ¡Os conseguiré un marido!
-Beatrice: Me gustaría uno de los que vuestro padre engendró. ¿No
tenéis un hermano como vos? Vuestro padre hacía excelentes maridos si
una doncella los puede pillar.
-Don Pedro: ¿Me tomaréis a mí?
-Beatrice: No, mi señor, a menos que pudiera tener otro para entre
semana. Su señoría es demasiado precioso para llevarlo todos los días.
Parece una declaración en toda regla, y una calabazas también de libro.
¿Está Don Pedro realmente enamorado de Beatrice o, como es tan buenazo,
está dispuesto a casarse con ella sólo para que no se vea sola? Es una
decisión que el lector-espectador debe tomar. En cualquier caso, el
tema no se vuelve a mencionar en toda la trama y, por lo general, los
directoras optan por hacer ver que Don Pedro está de broma. No
obstante, la soledad de Don Pedro es uno de los pocos rincones oscuros
del argumento. La producción televisiva de la BBC zanja el tema con una
actuación en la que se insinúa que Don Pedro es homosexual, mientras
que la película de Kenneth Branagh temina con todos los personajes
iniciando un baile, menos Don Pedro, que no se une y se queda solo.
Esto da un toque amargo al final de la comedia, algo muy propio de
Shakespeare, y que a mí personalmente me chifla.
En resumen,
Mucho ruido y pocas nueces nueces
es una comedia romántica muy divertida, llena de ingenio y con la que
se puede pasar un excelente rato. O sea, otro de las puertas más
sencillas por las que entrar al apasionante mundo de William
Shakespeare. La versión de Kenneth Branagh, con estrellas de Hollywood
como Denzel Washington en el papel de Don Pedro o Keanu Reeves como Don
John está disponible en DVD y yo la recomiendo encarecidamente.
Y, para muestra de ingenio, el botón del simpático pasaje de Benedick
sobre la necesidad de no casarse para garantizar que no te ponen los
cuernos. (Curiosamente, el uso de "cuernos" en sentido de "infidelidad"
se ha perdido en el inglés actual, por lo que este texto a menudo
requiere de dicha aclaración para los hablantes nativos).
"Fui concebido por una mujer, y las gracias por ello le doy; fui criado
por ella, e igualmente le doy mi más humilde agradecimiento, pero no
estoy dispuesto a poseer unos cuernos para llamar a la caza o tener que
meterlos en una funda invisible. Que las mujeres me perdonen,
porque no les causaré el daño de desconfiar de todas, y me haré a mí el
bien de confiar en ninguna. Por eso, viviré soltero, que me irá mucho
mejor"