THE MERCHANT OF VENICE.
Ante
todo, conviene recordar que el título no se refiere al judío Shylock
-que protagoniza el célebre monólogo que es para mucha gente su única
referencia de la obra- sino a Antonio (de hecho, Shylock es
prestamista, no mercader). Por otro lado, el papel de Antonio es
relativamente corto y, realmente, Shylock se antoja un título más adecuado (de hecho, se cree que en su época, la obra era conocida como El judio de Venecia).
Dicho lo cual, El mercader de Venecia es
una comedia escrita por William Shakespeare posiblemente entre finales
de 1596 y comienzos de 1597 (Francis Meres la menciona en 1598 entre
las obras de Shakespeare). La mayoría de los elementos de la trama
argumental se encuentran en
Il pecorone,
del autori italiano Giovanni Fiorentino. El personaje de Shylock, por
su parte, podría estar influido por Barrabás, protagonista de
El judio de Malta, de Christopher Marlowe.
¿Por qué Venecia? Ya sabemos que Shakespeare ambienta a menudo sus
obras en países lejanos -con preferencia por las ciudades de Italia- y
Venecia era el puerto comercial más importante y famoso de la época.
Además, era una especie de "Nueva York del siglo XVI" (elegante,
sofisticado...), lo que lo hacía más llamativo y atractivo al público
londinense.
La trama se centra en dos historias de amor. Por un lado, la doble
entre de Bassanio-Gratiano y Portia-Nerissa, y, por otro, la de Jessica
(hija de Shylock) con Lorenzo. Todo ello, presidido por la relación
entre Antonio y Shylock.
Bassanio quiere cortejar a la rica heredera Portia, pero precisa de una
importante suma de dinero para hacerlo, pues ha de hacer un viaje y
comprar ropas lujosas. Su buen amigo el mercader Antonio se ofrece a
prestárselo pero, por no disponer de esa cantidad todavía (está a la
espera de unos barcos con un cargamento), recurre al prestamista
Shylock. Éste accede, pero con una condición: si no le devuelve el
dinero, se cobrará la deuda con una libra de la carne de Antonio. La
razón de tan extraño deseo es que Shylock odia a Antonio por una
humillación a la que lo sometió. Bassanio tiene éxito en su cortejo de
Portia (ella -por consejo de su difunto padre- le pide que elija entre
tres cofres: uno de oro, otro de plata y otro de plomo, y Bassanio
elige el correcto, el de plomo, lo que hace parecer que no le interesa
el dinero de ella), pero los barcos de Antonio no llegan, por lo que no
puede saldar su deuda económica con Shylock. Por tanto, tendrá que
hacerlo con su carne. Para poner la cosas peores, la hija de Shylock se
ha fugado con el cristiano Lorenzo.
Si no quieres saber cómo termina la obra, para de leer aquí.
Llega el día del juicio, pero el abogado de Antonio resulta ser
Portia disfrazada (una vez más en Shakespeare, nos encontramos a un
actor haciendo de una mujer, que, a su vez, se hace pasar por un
hombre). Portia realiza una muy hábil defensa, indicando que Shylock
tiene derecho a la carne, pero no a la sangre, por lo que habrá de
cobrarse la deuda sin derramar una gota. El duque de Venecia, juez de
la causa, le da la razón y, además, decide condenar a Shylock por haber
querido atentar contra la vida de un cristiano. La pena es dar la mitad
de su fortuna a Antonio y la otra a la ciudad de Venecia. Antonio le
perdona a condición de que Shylock se convierta al cristianismo y dé su
mitad de la fortuna a su hija Jessica y Lorenzo. Por tanto, Shylock
abandona el tribunal totalmente hundido y humillado. En pago de sus
servicios, Portia disfrazada pide a Bassanio un anillo que ella misma
le había entregado y que él había jurado conservar para siempre (como
es costumbre en Shakespeare, el hombre no reconoce a su amada
disfrazada). De vuelta a casa, Portia le pide a Bassanio el susodicho
anillo y, después de hacerle pasar un muy mal rato porque él lo ha
entregado, le aclara toda el engaño. La obra termina con la feliz
aparición de los barcos perdidos de Antonio.
Como ya ha quedado bien claro, la más importante y memorable creación
de la obra es Shylock, en especial porque su condición de judío ha
servido para alimentar las teorías opuestas de que Shakespeare era
tanto anti-semita como defensor de los judíos. De entrada, cabe la
posibilidad de que Shakespeare no quisiera exponer una opinión
personal sobre el Pueblo Hebreo: recordemos que la obra bebe de otras
piezas anteriores, y puede que William tan sólo diera su versión, sin
darle mayor importancia a que fuera un judío. Hay que tener en cuenta,
además, que
El judio de Malta
había sido un clamoroso éxito, por lo que Shakespeare quizás escribió
la obra con la idea de aprovechar el tirón de la anterior y atraer a
mucha gente al teatro (y a pasar por taquilla). Por otro lado, la
imagen de un Shakespeare anti-semita se vio alimentada por producciones
de la obra que se centraron en acentuar el lado perverso de Shylock,
olvidando que tiene unas motivaciones y que, al final, es castigado con
saña por los cristianos (algo, por otro lado, poco propio de tal
religión). Así, queda a juicio del espectador-lector si la obra es más
crítica con los judios o con los cristianos.
Otro aspecto interesante del texto es la relación entre el melancólico
Antonio y Bassanio. En principio, se trata solamente de una muy buena
amistad, pero el trato y la devoción de Antonio han hecho pensar a
muchos que el interés del mercader va más allá y se trata de amor
(aunque sea de carácter platónico). A este respecto, es interesante el
detalle de que en
Noche de Reyes también hay otro personaje llamado Antonio y que también profesa una "amistad muy especial" por otro hombre.
En lo referente a los personajes femeninos, Portia y Jessica son chicas
inteligentes, decididas y que persiguen sus sueños. Recordemos que
Portia es la que consigue solucionar el problema de Antonio con su
astucia (aunque tenga que hacerlo vestida de hombre) y es capaz de
engañar al listo Bassanio, por lo que le deja claro que ella nunca se
va a dejar pisar el terreno en su futura vida de pareja. Jessica por su
parte, se enfrenta a su padre y se fuga con su amor.
En resumen, una comedia llena de matices -algunos bastante oscuros- y
que deja al final ese regusto agridulce "made-in-Shakespeare" causado
por el excesivo castigo que recibe Shylock (es decisión del director de
cada producción hasta qué punto lo quiere acentuar o suavizar).
Terminemos con el celebérrimo monólogo de Shylock, que, también, puede
cambiar bastante su aspecto según se lea entero o se corte en el punto
adecuado (como demostraré).
(Se refiere a la libra de carne de Antonio) La usaré como cebo de
peces. Si no alimenta a nada más, al menos alimentará mi venganza. Me
ha humillado y me ha hecho perder medio millón. Se ha reído de mis
pérdidas, se ha burlado de mis ganancias, ha hecho escarnio de mi
pueblo, ha impedido mis negocios, enfriado a mis amigos, calentado a
mis enemigos. ¿Y por qué razón? ¡Que soy judío! ¿No tiene un judío
manos, órganos, cuerpo, sentimientos, afectos, pasiones? ¿No nos
alimenta la misma comida, nos hieren las mismas armas que a un
cristiano? ¿No sufrimos las mismas enfermedades, no se nos cura igual
que a ellos? ¿No nos calienta y enfría el mismo verano y el mismo
invierno? Si nos pinchas, ¿no sangramos? Si nos haces cosquillas, ¿no
nos reímos? Si nos envenenas, ¿no nos morimos?
(Si cortas aquí, todo el mundo da la razón a Shylock con los ojos llorosos, pero queda el final)
Y si nos hacen mal, ¿no hemos de vengarnos? Si en todo nos parecemos,
en esto también seremos iguales. Si un judío le hace mal a un
cristiano, ¿qué le dicta su moral? ¡La venganza! Si un cristiano hace
mal a un judío, ¿cómo le enseña un cristiano a actuar? ¡Pardiez,
vengándose! La crueldad que me enseñáis ejecutaré, y de tal modo que
sin duda he de hacerlo mejor que vosotros mismos.
(Duro, ¿no?)