MEASURE FOR MEASURE
Medida por medida fue
escrita en un momento clave tanto de la historia inglesa como en la
vida de Shakespeare. Es 1604, la reina Isabel I ha muerto tras un largo
reinado y un nuevo monarca -el escocés Jaime I- ha ocupado el trono.
Por su parte, Shakespeare crea sus "Problem Plays" -así bautizadas
tanto por plantear dilemas morales como por ser difíciles de encasillar
dentro de un género dramático-,
Troilo y Crésida,
Bien esté lo que bien acaba y la propia
Medida por medida.
Son obras que señalan la transición de Shakespeare de la comedia a la
tragedia. En efecto, las siguientes años estarán marcados por una
producción exclusivamente trágica, y Shakespeare no nos ofrecerá un
final feliz hasta la llegada de los Romances en 1610.
El título de la obra lo toma William de la Biblia, en concreto del Evangelio según San Mateo (capítulo 7, versículo 2). "
Porque
con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con
que midáis, se os medirá" y, en efecto, la obra versa sobre un juicio
(casi) divino. La fuente principal de la que bebe Shakespeare es Promos y Casandra,
de George Whetstone, quien -a su vez- se basa en una obra de Cintio
(autor que también inspiró a Shakespeare Otelo). La obra se representó
en la corte en las Navidades de 1604, aunque la versión que se conserva
es probable que sea una adaptación posterior (quizás de Thomas
Middleton).
La obra se ambienta en Viena (aunque perfectamente podría ser Londres).
La ciudad está ahogada por el vicio y la corrupción, por lo que el
duque que la gobierna decide marcharse de viaje y dejarla en manos de
un lugarteniente más estricto que él (Ängelo). En realidad, planea
pasear de incógnito por Viena para evaluar correctamente tanto a Ángelo
como el estado de la ciudad.
Ángelo no tarda en aplicar la mano dura y comienza a encarcelar a todas
aquellas personas implicadas en el mundo del vicio y el pecado,
incluyendo a prostitutas y sus clientes. También es detenido -y
condenado a muerte- el joven Claudio. Su delito ha sido dejar
embarazada a su prometida Julieta. Pese a que se iban a casar,
técnicamente Claudio ha cometido fornicación. Enterada del hecho, la
hermana de Claudio, una joven novicia llamada Isabel, acude a Ángelo a
suplicar su perdón. Ángelo desea en secreto a la joven y le ofrece
perdonar la vida a su hermano a cambio de que mantenga relaciones
sexuales con él. El Problema está planteado.
Si no quieres saber cómo termina la
obra, para de leer aquí.
Isabel va a visitar a su hermano Claudio y le expone el dilema que
Ángelo le ha planteado y lo que ella ha decidido: es más importante su
honra (y, por extensión, la de la familia) que la vida de su hermano,
por lo que no va a aceptar. Claudio recibe la noticia con el previsible
enfado. El duque, que ahora se mueve por la ciudad disfrazado de monje,
se entera de la situación y propone a Isabel un plan: ella le indicará
a Ángelo que acepta, pero el encuentro ha de ser a oscuras y en
completo silencio. En realidad, la que irá será Mariana, una mujer con
la que Ángelo estaba comprometido, pero a la que rechazó cuando su
familia perdió su dinero. El engaño se ejecuta pero Ángelo,
incumpliendo su palabra, manda que le corten la cabeza a Claudio y se
la traigan en un saco. El duque, todavía vestido de monje, de nuevo
solventa el problema, haciendo que se le entregue a Ángelo la cabeza de
un preso muerto (en principio, la idea era decapitar a un pirata
llamado Barnardín, pero -en cómica escena- no consiguen levantarlo de
la cama). No obstante, consiente que Isabel crea que su hermano ha
muerto, y le aconseja que le pida justicia al duque cuando vuelva a
Viena. Lucio, amigo de Claudio, le indica al monje que conoce bien al
duque y lo critica abiertamente, además de presumir de sus libertinas
hazañas con las mujeres.
La obra tiene un largo desenlace: el duque retorna a la ciudad y, en
principio, desestima la denuncia de Isabel. Ésta pone al monje como
testigo y pide que sea llamado. Es el momento de que el duque se
ausente y vuelva como monje. Al principio, Lucio se burla del
religioso, pero entonces el duque desvela su verdadera identidad y
llega el momento de deshacer los nudos. Ángelo es condenado a casarse
con Mariana y luego ser ejecutado (aunque la petición conjunta de
clemencia de Isabel y Mariana le salva la vida), entonces el duque hace
que traigan a Claudio y su novia Julieta para casarles. Barnardín es
también perdonado. Lucio, por contra, es condenado a casarse con una
mujer a la que había dejado embarazado, ser azotado y luego ejecutado.
Por último, el duque le propone a Isabel que se case con él, aunque la
obra se corta ahí, sin saberse la respuesta de Isabel.
El poder, y la facultad de impartir justicia que conlleva, es uno de
los ejes principales de la obra. Pero, si la justicia es la protección
del bien y la moralidad frente a los ataques que recibe, ¿qué es bueno
y moral? Claudio es castigado por atentar a la moralidad cuando
realmente no hace mal a nadie, pues mantiene relaciones sexuales
consentidas con su prometida. A este respecto, la obra está dominada
por el instinto sexual desenfrenado, desde las clases más bajas de la
prostitución hasta la mismísima cúspide encarnada en Ángelo (¿el
ángel?) Es un gobernante que presume de rectitud moral intachable y
severidad absoluta ante el delito, pero que resulta ser también una
persona arrastrada por el deseo carnal y lo suficentemente mezquina
como para romper un compromiso matrimonial porque la novia no le puede
ofrecer una buena dote. Por otro lado, tenemos al duque, que contempla
las acciones de todos, manipula sus actos y, en último extremo, los
juzga, casi como de un dios se tratara. No obstante, tampoco es un ser
perfecto, pues consiente que Isabel sufra pensando que su hermano ha
muerto. Así, la imagen que sacamos de los poderosos es de seres
caprichosos, llenos de bajas pasiones y a los que su propio poder
vuelve soberbios. No parece que sean mejores que las clases más bajas
de la sociedad.
Si el duque es casi un dios, Lucio es casi su diablo. Ingenioso,
simpático, libertino, se burla de duque, pero, al final, es derrotado y
castigado con toda severidad, algo que con mucha frecuencia le produce
un toque de tristeza al público. Una vez más, el dulzón sabor con que
terminan tradicionalmente las comedias encuentra en Shakespeare un
toque amargo (como con Shylock o Malvolio).
Otro tema de debate se refiere al personaje de Isabel y su reacción
ante la oferta de Ángelo. ¿Es absurdamente cruel al permitir que su
hermano muera o, por contra, demuestra una sublime dignidad al no
someterse al chantaje del poderoso? Tambén su reacción ante la oferta
de matrimonio con que termina la obra es objeto de discusión. ¿Qué
hará? Una vez más, Shakespeare deja que cada director teatral y lector
decida y saque su propia conclusión. Como de costumbre, Shakespeare nos
da muchas más preguntas que respuestas, nos propone que pensemos por
nosotros mismos, sin pretender él hacerlo por nosotros.
En suma,
Medida por medida nos
llena la cabeza de problemas morales sobre el poder, la moral y la
dignidad, y nos propone que reflexiones para llegar a nuestras propias
conclusiones.
Cerremos con una famosa cita de la escena primera del segundo acto, que en mi opinión resume el espíritu que la preside:
"Algunos se elevan por el pecado, otros caen por la virtud".