HAMLET, PRINCE OF DENMARK.

Al igual que hay personas que dicen que alguien no debería morir sin experimentar las sensación de tirarse en paracaídas o conocer la ciudad de Las Vegas, yo afirmo que nadie debería irse de este mundo sin haber visto (o leído) Hamlet. De hecho, Hamlet tiene mucho de salto al vacío y visita a la ciudad del Placer, el Azar y el Pecado.

De todas las obras de Shakespeare, Hamlet es -quizás con permiso de Romeo y Julieta- la más conocida (al menos, de nombre). De hecho, Hamlet puede que sea la obra de teatro más conocida de toda la Literatura Universal (sin que ello signifique que la mayoría de la gente la haya visto). Ilustra esta afirmación el hecho de que la obra inevitablemente se asocie con una frase y una imagen: “Ser o no ser” y Hamlet sosteniendo una calavera en la mano. Sin embargo, se trata de dos momentos diferentes. O sea, que durante el famoso monólogo (del acto III), Hamlet tiene las manos libres (o, si me apura, puede haber un libro), mientras que las palabras que pronuncia con la calavera en la mano (en el acto V) son: “¡Pardiez, pobre Yorick! Yo le conocía, Horacio” (Yorick era el bufón de su padre el rey, y la calavera llega a las manos de Hamlet porque unos sepultureros la han desenterrado mientras preparan otra fosa). Si sabe esto, ya sabe más sobre Hamlet que la mayoría de las personas.

Volviendo a la iutroducción, Hamlet es la mejor obra de William Shakespeare (para muchos, con permiso de El Rey Lear), quizás la mejor obra jamás escrita en Lengua Inglesa, quizás la mejor pieza teatral jamás escrita y, sin duda, una de las cimas de la Literatura de todos los tiempos.

Lo que si es seguro es que Hamlet ha fascinado, fascina y fascinará como ninguna otra obra de Shakespeare y que se seguirán escribiendo ríos de tinta (o tecleando mares de megas) en busca de resolver el sinfín número de benditos enigmas que plantea.

En lo referentes a la “ficha técnica”, la legendaria historia del príncipe Amleth había llegado a Inglaterra gracias al libro Historias trágicas, publicado en 1570 por Francois de Belleforest. No obstante, a la hora de escribir su Hamlet, Shakespeare se inspira -no sabemos hasta qué punto- en una versión de la historia anterior llamada Ur-Hamlet -ahora perdida, pero de la que hay referencias ya en 1589, y que posiblemente fue escrita por Thomas Kyd-. La fecha de creación se data entre 1600 y principios de 1601 (tiene que ser posterior a Julio César -de 1599- porque hay una referencia a ella).

Hamlet es la obra más larga de William Shakespeare -supera las 4.000 líneas de texto, lo que equivale a más de cuatro horas de duración- y el papel protagonista también es el más extenso de toda la producción de Shakespeare: ¡casi 1.500 líneas de texto! Por todo esto, la más normal es acortar la obra.

El argumento se centra en la historia del príncipe medieval danés Hamlet, que acaba de perder a su padre el rey. El dolor por la desaparición de su progenitor se ve agudizado por el hecho de su que madre ,Gertrudis, se ha casado con su tío Claudio, sin guardar luto por la muerte del rey. La situación se termina de complicar para Hamlet cuando se le aparece el fantasma de su padre para revelarle una terrible verdad: fue asesinado por su hermano Claudio con el fin de poder casarse con su viuda Gertrudis. El fantasma se despide con una orden para su hijo Hamlet: que le vengue matando a su tío. Hamlet no tiene alternativa, ha de cumplir la voluntad de su padre


Si no quieres saber cómo termina la obra, para de leer aquí.



Hamlet empieza a comportarse de un modo muy extraño, como si estuviera loco (si la locura de Hamlet es real o fingida es uno de los grandes temas de debate entre las amantes de Shakespeare, sin que nunca parezca que se puede llegar a un acuerdo). Hace y dice cosas raras, y rechaza a su novia Ofelia -aconsejándole que se meta a un convento (aunque algunos afirman que el vocablo original “nunnery” también se puede traducir por “burdel”)-.

Hamlet está obsesionado con verificar su venganza hacia su tío Claudio, pero no termina de decidirse a hacerlo, tanto por su indecisión personal como por no tener la certeza absoluta de que el fantasma no le miente. Para intentar que el propio asesino confiese, Hamlet hace que un grupo de actores represente una pieza en la que se reproduce el asesinato del rey. La reacción de su tío confirma su convicción de que el espectro de su padre decía la verdad, pero también hace sospechar a Claudio que Hamlet lo sabe todo: ha de eliminarlo también.

Mientras, Hamlet va a visitar enfurecido a su madre, y apuñala a una figura que hay oculta tras la ventana, pensado que es su tío, pero se trata de Polonio, el padre de Ofelia, que lo espía.

Con el fin de deshacerse de su incómodo sobrino, Claudio lo manda a Inglaterra junto a dos antiguos amigos -Rosencrantz y Guildenstern-, que tienen orden de asesinarlo. El plan fracasa y Hamlet vuelve de nuevo a Dinamarca con el objetivo de vengarse de una vez por todas.

Pero se han producido novedades durante la ausencia de Hamlet: Laertes, hijo de Polonio y hermano de Ofelia, ha vuelto con el fin de vengar a su padre. Su odio se ve acrecentado con la noticia de que la propia Ofelia ha aparecido ahogada en un río, quizás producto de un suicidio causado por la locura que la han acarreado la muerte de su padre y el rechazo de Hamlet.

Durante el entierro de Ofelia, Hamlet y Laertes se citan para ajustar cuentas en un duelo. Es la oportunidad ideal para que Claudio acabe con su incómodo sobrino de una vez, y en esta ocasión no va a correr riesgos: unta veneno en la espada de Laertes -de modo que el más mínimo arañazo resulte mortal para Hamlet- y, además, mete una perla envenenada en una copa que ofrecerá a Hamlet. El plan sale regular tirando a mal y, en remate sangriento como pocos, Gertrudis bebe de la copa sin saber que esta envenenada, Hamlet mata a Laertes, pero también resulta herido por la espada con veneno y muere, no sin antes vengar -por fin- a su padre y matar a Claudio. O sea, cuatro muertes de una tacada.

Todo el embrollo se remata con la llegada, procedente de Noruega, del príncipe Fortinbras, que se hará cargo del trono de Dinamarca, no sin antes asegurarse de que Hamlet es enterrado con honores.

Visto el argumento, pasemos a la obra en sí. La gran norma de Hamlet es que no hay normas, que cada persona parece ver en ella algo diferente, algún matiz propio, en ella. Realmente, esto es común a toda la (buena) Literatura: no es más que un espejo que un autor pinta para que no veamos reflejados en él. Y, lógicamente, cada uno percibe una imagen diferente.

Dicho lo cual, he aquí algunos temas que trata Hamlet (que, a su vez, nos presentan nuevas incógnitas):

-La propia existencia: Tu tío ha matado a tu padre con la intención de casarse con tu madre, la cual, lejos de pedir un tiempo para hacer frente al duelo, ha aceptado encantada. No es raro que Hamlet esté desencantado con esta vida y el género humano. Es natural que le entren unas ganas locas -nunca mejor dicho- de mandarlo todo a hacer puñetas, y poner fin a una existencia que sólo trae dolor y sufrimiento. ¿Por qué no lo hace? Pues porque, quizás, detrás de esto no haya nada, porque -a lo mejor- es preferible existir en este mundo que no existir. Esa parece la conclusión a la que Hamlet llega: resígnate, puede que esta vida sea una porquería, pero es lo que hay. Y, después de todo, la propia existencia tampoco es tan larga, las cosas no duran mucho, y aún menos nosotros (por ejemplo, el bufón que de niño le hacía reír, ahora no es más que una calavera entre tierras). En otras palabras, disfruta de lo bueno todo lo que puedas, y sobrelleva lo mejor posible lo malo.

-La duda y la indecisión: Hamlet es siempre relacionado con este sentimiento, este horrible sentimiento. Sabe que tiene la obligación moral de matar su tío, incluso desea hacerlo, pero no se decice, se pone mil excusas: no es el momento pues está rezando, quizás no es culpable y el fantasma de mi padre me engaña...Aquí Hamlet es el fiel reflejo de tantos y tantos de nosotros, que -muertos de calor- deseamos desesperadamente tirarnos a la piscina, pero no terminamos de decidirnos a hacerlo, no vaya a ser que el agua esté muy fría...

-El Bien y el Mal: Está claro que el acto de Claudio de matar al rey es perverso y negativa, por tanto, Hamlet es el bueno y Claudio el malo, Pero, por esa misma razón, ¿no se vuelve Hamlet “el malo” cuando mata a Polonio y empuja con su crueldad al suicidio a la pobre Ofelia? Ahora “el bueno” sería Laertes, quien, al fin y al cabo, ha sufrido el doble agravio de la muerte de dos seres queridos. Aunque, por otro lado, ¿qué sabemos de Claudio? ¿Qué sabemos del rey? ¿Por qué juzgamos a Claudio sin conocer los antecedentes de su relación con Gertrudis? Conclusión: ni nadie es completamente bueno ni nadie es completamente malo, y no debemos lanzarnos a juzgar sin conocer una situación a fondo.

-La venganza: Es otro de los hilos con los que se teje el argumento de Hamlet, otra de las fuerzas que impulsan a la obra (Hamlet se quiere vengar de su tío y Laertes de Hamlet). De hecho conviene recordar que las “obras de venganza” estaban muy de moda en la época (La tragedia española de Thomas Kyd o la propia Tito Andrónico de Shakespere) -y, de hecho, lo siguen estando en el cine actual-. No obstante, y enlazando con lo anterior, ¿está justificada la venganza? ¿Es buena? ¿Trae alivio o sólo acrecienta el dolor? Merece la pena destacar que la sed de venganza de Hamlet -¿suya o de su padre?- es la que finalmente desencadena una tragedia que se lleva seis vidas humanas.

-El amor, el sexo y la lujuria: Aunque ignoramos cuáles son los verdaderos sentimientos de Hamlet hacia su novia Ofelia (¿nunca la amó de veras, dejó de amarla al decidir vengarse o nunca dejó de amarla?), si está claro que la actitud de Hamlet hacia el sexo es negativa. Para él, las relaciones sexuales sólo sirven para traer niños a este mundo tan cruel, niños que sufrirán y harán sufrir. Por eso la deja y le sugiere que se meta a monja (¿o, quizás, a prostituta?) Por lo que respecta a la otra pareja de la obra, Claudio y Gertrudis parecen arrastrados por la lujuria, que lleva al rey a planear la muerte de su hermano para poder casarse con su amante. Así que, por lo que se ve, la imagen que da Hamlet de las relaciones de pareja no parece muy positiva. Mención aparte merecen las teorías, presentadas -no podía ser de otro modo- por Freud, y que afirman que Hamlet quiere matar a su tío por puro complejo de Edipo (o sea, que en realidad está enamorado de su madre).

-La lucha por el poder: Conviene recordar que, aparte de llevarse a su mujer, Claudio también se lleva la corona de su hermano, cuando el legítimo heredero era Hamlet. Así, puede que el deseo de Claudio de quitarse al príncipe de en medio no esté solo motivada porque sospecha que sabe lo de su crimen, sino porque también pone en peligro su poder. Hamlet, de modo análogo, también puede odia a su tío no sólo por haber matado a su padre, sino por haberle arrebatado un trono que es legítimamente suyo.

-Las relaciones de familia: Visto lo anterior, la familia tampoco parece salir muy bien parada en Hamlet. Un hermano que mata a otro para quedarse con su mujer y su reino (a este respecto conviene aclarar que, en la época de Shakespeare, casarse con la viuda de tu hermano era socialmente inaceptable, casi un incesto), una viuda que tiene más prisa por lanzarse a la cama de su nuevo amante que por llorar a su marido. En resumen, que poco amor familiar se encuentra en la familia real. La otra familia de la obta, en cambio, si parece estar más unida: Ofelia enloquece cuando su padre es asesinado y Laertes también llora la desaparición de su padre y su hermana.

Y estas son algunas ideas generales que te pueden orientar cuando veas o leas Hamlet. No obstante, insisto, más que en ninguna otro obra, en Hamlet no hay verdades absolutas, sólo enigmas a los que cada cual encuentra su propia solución. Piérdele el miedo, dale una oportunidad, aunque vayas avanzando a escenas por día, forzado por lo tremendamente densa que es la obra.

No te arrepentirás, garantizado :)

Cierro con una de mis citas favoritas. No es famoso, posiblemente porque tampoco es excepcional, pero a mí siempre me ha hecho gracia y me parece que refleja a la perfección la naturaleza tan ambigua y abierta a interpretaciones de Hamlet. Es lo que dice Laertes cuando le comunican que su hermana ha muerto ahogada:

“Demasiada agua has tenido ya, pobre Ofelia, y, por tanto, reprimiré las lágrimas”.

A primera vista, parece un chiste cruel, una burla de la muerte de su hermana cruel y fuera de lugar, pero, por otro lado, es un momento muy trágico y sabemos que el dolor de Laertes es real. ¿Cuál es la intención real de Shakespeare, cómo interpretar la frase? Ya ves, un acertijo casi imposible de resolver. Hamlet es así.